29.3.24

L'estiueig i els banys de mar. L'hotel Casino Colon

(Article incomplert) A la segona meitat del segle XIX, entre la burgesia més adinerada de les ciutats, es generalitzà el costum de passar els dies d’estiu fora del lloc habitual de residència. Aquest hàbit, reservat fins llavors als malalts que necessitaven canviar d’aires i als seus acompanyants, la tradició diu que el va originar la cort reial espanyola quan, fugint dels rigors de la canícula madrilenya, començà a desplaçar-se a Santander, Donosti i a les platges del Cantàbric.

De seguida la pràctica s’estengué també a Catalunya. Caldes, que ja tenia acreditada tradició acollidora, fou amb Sitges, del primers pobles costaners en rebre les principals famílies benestants de Barcelona i de les ciutats industrials del seu entorn, com Terrassa i Sabadell. Famílies senceres hi acudien, unes amb domicili propi, altres allotjant-se en establiments específics. L’objectiu era el de gaudir d’uns dies de repòs i dels beneficis de les aigües, les termals i les de mar, seculars les primeres, recent descobertes les segones [1]

En pocs anys, la vila es convertí en un centre d’estiueig de primer ordre. De seguida, quatre balnearis  marítims obriren portes per oferir la comoditat que buscaven els nou-vinguts banyistes.

Els primers foren els BANYS SANTARROMANA, situats al límit oriental ddel poble, dins el terme municipal d’Arenys de Mar. Edificats per Josep Santarromana cap el 1870, posseïen totes les instal·lacions indispensables, si bé, quasi tota la seva activitat es realitzava a la platja, la coneguda com MUSCLERA. A la sorra hi havia una rastellera de casetes per vestir-se adequadament, una terrasseta on fer petar la xerrada i/o observar els/les banyistes i unes cordes que s’endinsaven a l’aigua, subjectades per boies i que permetien banyar-se als més atrevits que, per si de cas, comptaven amb la vigilància i auxili del banyista responsable.

Joaquim Ma de Nadal [2] cronista de Barcelona i de família d’estiuejants, al seu llibre “Un “tros” de Barcelona, Caldetes 1800” (pàgs 23-26)  descriu, amb humor, tota l’operativa del bany:

“…Al filo de las 11 llegaban a la playa los bañistas con lo menos caluroso de su ropero veraniego, acompañados por criados y doncellas que acarreaban, en fundas de lona o de hule, la indumentaria propia del baño. Vestían las señoras, sencillos trajes de ropas vaporosas, de colores pálidos, ligeramente escotados en el cuello y en las mangas, y las largas faldas que alargadas hasta el suelo, apenas permitían contemplar, en el andar, la punta de los diminutos zapatos de piel de Rusia. Sin que faltasen a su aderezo los toques indispensables de la elegancia femenina de entonces, tales como el abanico, la sombrilla, los “impertinentes” o el diminuto reloj de oro y esmaltes, pendiente de larguísimas “soguillas” o escondido entre los altos y almidonados cuellos, cuando les dio por vestir aquellas blusas de hechuras de camisa masculina o aquellos otros armados con ballenas, con que han pasado a la posteridad los aristocráticos modelos que, en los primeros del siglo XX inmortalizó el ilustre dibujante Paul Helleu.

 

No había llegado aún, la afición a los tintes tostados, más o menos yodados, para el cutis femenino, sino que estaba a la orden del día la palidez y el tono alabastrino ligeramente coloreado, y por esto no era raro, que las damas y las muchachas completasen su indumento con descomunales sombreros de paja o de tela bordada y aún con guantes; ni era extraordinario que se adornasen con espesos velos que pusieran a buen recaudo aquellas encarnaciones de porcelana de Sèvres.

 

En cuanto a los caballeros, fue por aquel tiempo cuando los jóvenes, o los que presumían de serlo – y con ello con gran escándalo de las personas mayores - abandonaron el chaleco para ir a la playa, y aun para andar por las ciudades y adoptaron las camisas de color sin almidonar, el cinturón de cuero, la faja de seda, los calcetines calados y los pantalones arremangados, y empezaron a usar los “jipijapas” o “panamás”, reservados hasta entonces a los capitanes de barco y a los “indianos”.

 

Por el precio de cincuenta céntimos, tenían les gentes derecho a bañarse y al usufructo temporal de las casetas, considerándose una magnifica prodigalidad la de los que pagaban una peseta por aquel servicio. Casi siempre había que esperar para encontrar lugar en ella, fomentándose entonces la tertulia bajo el toldo de lona, sentados en las sillas de anea, dispuestas al efecto.

 

Una vez entro la caseta, al cabo de unos minutos salían los bañistas, envueltos, ellos, en albornoces blancos de toalla, y ellas, en capas de franela ribeteadas con trencillas rojas o azules. De la capa o albornoz, se desprendían a la misma orilla del mar. Aparecía entonces la correcta indumentaria: los trajes de punto a rayas horizontales de colores vistosos en los hombres; con pantalones bombachos hasta más debajo de las rodillas y mangas “jigot” las mujeres. Los baños duraban pocos minutos.

 

Ya en su elemento, los bañistas quedaban bajo la jurisdicción del bañero, que les sujetaba con una mano en la barbilla, mientras con la otra iniciaba en los movimientos de manos y pies, que constituían el secreto del arte. A los pocos momentos, el mar quedaba convertido en una especie de charca de ranas humanas que se movían mucho y progresaban poco. Los baños duraban escasos minutos.

 

Tras el capuzón final, los hombres tomaban de nuevo su albornoz, mientras que las mujeres, cuando aun tenían los pies en el agua, sus acompañantes las envolvían con la capa, y de esta guisa, emprendían el regreso a la caseta, agobiadas por el peso del traje mojado, la capa, las alpargatas y las medias, que algunas las llevaban …” 

L’any 1875, Marcel·lí Xampeny, fundà els BANYS MARCEL·LÍ a la platja del davant l’estació. Tot era a la sorra, les casetes i les cordes, servit tot per el mateix propietari, que de seguida passà a ser un dels personatges més populars i característics de l’estiu caldenc

Poc després, entre 1880 i 1881, Pau Mercader i Joan Pigrau, edificaren un impressionant edifici bàsicament de essencialment de fusta, però amb la part central d’obra, a tocar l’aigua, dotat de tots els avenços tècnics, que batejaren com BAÑOS COLON. Hi havia tota mena de serveis, àdhuc el de banys calents amb aigua de mar, autèntics precursors de la talassoteràpia moderna.

El Dr.Salarich a “Los Baños de Mar y el Balneario de Caldetas” (1881) el descriu així:   

“Forma el balneario un vasto cuadrilongo de 140 palmos de largo, 110 de ancho por 60 de altura, está compuesto de planta baja y un piso, al nivel del paseo, desde el cual se entra por un puente levadizo. En la planta baja hay establecidas piezas pare el café, saloncitos de espera, para baños de chorro, para duchas de agua dulce, de lluvia, dos piscinas, cocina, nevera, habitación para el conserje y gasómetro. Estos locales están divididos por dos corredores que se cruzan en el centro, adornados con arbustos y flores en macetas, formando un todo elegante y digno de tan grandioso edificio. 

 

En el piso llama particularmente la atención la grandiosidad de la magnífica sala que ocupa el centro del edificio. Tiene de largo 75 palmos por 65 de ancho y 45 de alto; para el descanso tiene otomanas, sillones, etc., al paso que lo adornan estatuas, piano, ricos cortinajes, magníficos aparatos para el gas y otros objetos que por su gusto corresponden a la pieza principal del edificio.

 

A los lados E. y O. hay cuatro saloncitos laterales destinados a tresillo, lectura y administración, siendo todo esto circuido por una galería de 15 palmos y de 22 en los lados S. y N. o sea, en las dos caras que dan al mar y al pueblo. Desde el edificio hasta las olas del mar, cubren la playa magníficos toldos de 80 a 90 palmos de largo por 30 de ancho, estando la planta baja embellecida con jarrones de flores y otros adornos.

 

Los baños de oleaje están defendidos por 22 estacas o barras de hierro de 30 palmos aseguradas en la arena, saliendo de la superficie del agua 10 o 12 palmos para afianzar el armazón de madera de los baños. Los saloncitos o bañeras, se dividen en reservados de familia, de señoras, para caballeros y centrales para los que quieran bañarse con traje. Como todos los departamentos están l abrigo de los rayos del sol, puédense tomar los baños a cualquier hora del día. El servicio es esmerado …” 

Només dos anys més tard, el mateix Pau Mercader va promoure un espai arbrat just al darrera de l’edifici del balneari, que més endavant rebria el nom de Parc Maragall [3].

A aquests establiments, s’hi afegiren més tard els BANYS ESTEVA, situats a la platja de la riera, només amb casetes i cordes arran d’aigua. 

 


[1] “… El agua de mar se toma interiormente para la curación de determinadas dolencias. A altas dosis, es purgante a causa de los cloruros de sodio y de magnesio que contiene. Boucham la aconseja como vermífugo mezclado con leche. Russel para curar los infartos crónicos de hígado. Úsese también para la curación de las escrófulas, obstrucciones de los ganglios del mesenterio, para recobrar el apetito, para la clorosis, etc … En vista de la importancia de éstas aguas, no debemos extrañar el que hayan buscado medios ara facilitar su toma, procurando modificar su gusto y dulcificarlo; por ello se ha propuesto formar con ella pan; pero lo que está más en uso, son el jarabe y el elixir para el interior y los baños para el exterior …” (J.Salarich “Los Baños de Mar y el Balneario de Caldetas”, pag 6).

[2] Joaquim Maria de Nadal

[3] L’edifici dels BANYS COLON i l’entorn del PARC han sofert diferents modificacions al llarg dels anys. L’any 1881 va ser construït per Pau Mercader i Joan Pigrau, amb autorització a precari concedida per l’Ajuntament i per l’Estat que, el 24 de juliol de 1894, la va legalitzar en forma de concessió administrativa indefinida. L’interior de l’establiment, definit perfectament pel relat del Dr.Salarich, s’aixoplugava dins una edificació de planta rectangular feta d’obra, amb coberta de teules a dues aigües i una porxada de fusta que envoltava les façanes del cos central. 

El 19 de juny de 1908, l’edifici passà a denominar-se CASINO COLON, i fins l’any 1917, la superfície edificada va arribar als 1.230 m2, amb inclusió d’un restaurant, teatre i sales de joc (ruleta) i ball, afegint, pel costat mar, nova construcció a l’establiment inicial.  

L’any 1927, la nova propietat Grandes Hoteles SA, el va transformar en HOTEL COLON, ampliant fins a 1.402 m2 els espais útils i atorgant al conjunt l’aspecte que històricament l’ha caracteritzat. Es van substituir els porxos de fusta per pòrtics d’obra i pilars d’aspecte neoclàssics. A la façana principal, la de la plaça de les Barques, s’hi va construir una opulent escalinata d’accés i dues torres, amb coberta a quatre aigües i finestrals correguts verticalment.

La instal·lació es repartia en soterrani, planta baixa i pis que acullien tots els serveis necessaris, restaurants i habitacions incloses. Per la banda costanera, una terrassa nova servia de porxo i d’accés a la platja, i per la banda muntanya, es va connectar amb el Parc a través d'una galeria neoclàssica i una pèrgola de fusta enjardinada.

L’any 1967, gràcies a una nova concessió administrativa de l’Estat, s’ocuparen els terrenys de l’antiga caseta dels Nàufrags i s’amplià l’hotel fins els 1.712 m2, incorporant piscina i altres dependències costat mar. Posteriorment i fins l’any 1989, la propietat recaié, per herència, en Carme Massip i es van fer obres de remodelació, creixent l’hotel en alçada, suprimint les torres i cossos a quatre aigües, retallant el porxo que l’envoltava i enderrocant la galeria amb pèrgola i menjador que permetia l’accés des del parc per sobre el vial que enllaçava els passejos. 

La promulgació de la Llei de Costes de l’any 1988, va modificar la vigència indefinida de les concessions per la d’un màxim de 99 anys, raó per la qual, durant el període comprés entre els anys 1992 i 2000, es van modificar les qualificacions urbanístiques i administratives de la zona, la més important de les quals va ser la d’ubicar-hi un nou balneari d’aigua termal i de mar, sense el qual, l’hotel, reubicat i redimensionat, no s’hagués pogut mantenir. 

L’any 1991 l’Ajuntament va descatalogar l’edifici del Pla de Protecció del Patrimoni Arquitectònic de Caldes, per així poder-lo enderrocar i, entre el 2002-2004, construir una nova edificació de 6.877 m2 (PB+3P), de 90 habitacions i amb balneari annex, que no tenia res a veure amb els seus antecessors històrics. 

Pel que fa el PARC MARAGALL, entès com espai d’esbarjo i passeig, va començar essent un complement perfecte del balneari inicial, per passar després, cap a meitat del segle XX a comptar amb un estany central i instal·lacions lúdiques com la pista de tennis, inaugurada l’any 1929, o les posteriors de bolera i mini golf, finançades per l’hotel que les oferia als seus clients i permetia també el seu ús públic.  

L’any 1967, s’erigí un monument d’homenatge al poeta Joan Maragall i l’espai passà de denominar-se PARC MARAGALL. Finalment, als anys 2002-2004, les obres executades a l’entorn del nou hotel Colon li han donat la seva configuració actual que el barreja amb la plaça de les Barques, gràcies a la supressió de l’antic vial que els separava.